
De vuelta al suelo es obligado hacerse una foto del tipo:
Con una pierna en cada hemisferio y el ecuador pasando entre las dos. El otro trámite a cumplir en el recinto es comprar algún recuerdo. Yo traje una cerámica, unos bolsos, un instrumento de percusión para Víctor, unos dulces, unos posavasos, unas camisetas y un cuadro.

Tras la visita, fuimos recibidos por el Embajador de Japón en Quito en su residencia donde fuimos obsequiados con un magnífico aperitivo-cena: Bebida en abundancia (cerveza, zumo de manzana y naranja, whisky, vino blanco, vino negro y agua), aperitivos de salmón y unas mini-brochetas (que no llegaron a mi posición) y el plato fuerte compuesto por pollo teriyaki, yakisoba, sushi, pescado, puré de verduras y una exquisita tempura de langostinos. Comí dos platos y más tarde la camarera aún pasó con más sushi. Casi al final de la velada, nuestro mago particular hizo disfrutar al embajador con el truquito de las cuerdas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario